Indizada en: Index Medicus Latinoamericano, LILACS.
Editada y publicada por Editores Latinoamericanos de Patología A.C.

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Conmemoración de los sesenta años de Patología Revista Latinoamericana

Periodicidad: continua
Editor: Mario Magaña
Abreviatura: Patologia Rev Latinoam
ISSN: 2395-9581
Indizada en: Index Medicus Latinoamericano, LILACS.

          

 

Conmemoración de los sesenta años de Patología Revista Latinoamericana

Commemoration ot the sixty years of Patología Revista Latinoamericana.

Patología

Patología 2022; 60: 1-9.

https://doi.org/10.24245/patrl.v60id.8581

Pedro Francisco Valencia-Mayoral

Médico adscrito al servicio de Patología, Hospital Infantil de México Federico Gómez, Ciudad de México.


Recibido: diciembre 2022
Aceptado: enero 2023

Corrrespondencia:

Pedro Francisco Valencia Mayoral
vamp_48@yahoo.com

Este artículo debe citarse como:

Valencia-Mayoral PF. Conmemoración de los sesenta años de Patología Revista Latinoamericana. Patología Rev Latinoam 2022; 60: 1-9.

Verbo volans scriptus manent

Homo sapiens sapiens posee una serie de características que lo distingue del resto de los seres vivos y que, hasta donde entendemos, lo coloca por encima del resto de las especies. Una de estas características es la forma de comunicación que ha desarrollado; la palabra es la piedra angular de este sofisticado medio: en la cultura judeo-cristiana se postula que el origen mismo del universo, y de lo que somos, fue precisamente la palabra (“en un principio fue el verbo [del latín, la palabra], de acuerdo al Genesis). Pero no sabemos con precisión cuando comenzamos a hablar, cuando rompimos el silencio más allá de los gruñidos, u otras expresiones que aun podemos encontrar en otros homínidos. Tampoco sabemos cuándo, cómo, dónde y porqué se creó un vocabulario, base del lenguaje.

Las lenguas son uno de los dones maravillosos del ser humano: nos permiten comunicar las ideas más complejas y sublimes y absorber conocimientos de los más variados campos…” nos señala Carlos Prieto (1). Pero del lenguaje hablado los seres humanos dieron un gran salto al lenguaje escrito; plasmar las ideas en algún medio perene surgió como una necesidad sustentada en diversas condiciones sociales, ideológico-religiosas, económicas, administrativas, de gobierno y culturales. Es decir, con el desarrollo de las sociedades se hizo imperativo conservar las costumbres a manera de leyes y normas, guardar la memoria de mitos, leyendas y realidades, llevar un control de diversas actividades y preservar para los descendientes toda la experiencia acumulada. Poco a poco, en el transcurso de nuestra historia se desarrolló la escritura.

Por lo anterior, podemos decir que la comunicación escrita se convirtió en una necesidad humana; al principio fueron plasmadas las ideas en grabados sobre rocas o pinturas en cuevas con lo que nuestros ancestros probablemente dejaban señales con algún significado que hoy se nos escapa (Figura 1). Además, en los muros de algunas ciudades de diversas culturas antiguas se relatan mediante figuras, ideogramas y escritos, diversas ideas.

En los albores de la civilización se logró trasladar el lenguaje a “sistemas de soporte” variados; las tablillas de arcilla sobre las cuales se grababa la escritura cuneiforme hace cuatro mil años, al menos, en Mesopotamia, los papiros egipcios de hace tres mil años o más, los pergaminos 2 200 años antes de la época actual, el papel desarrollado en china alrededor del 400 AC y en Mesoamérica el papel amate cumplieron sobradamente con la función de transmitir conceptos más allá de su tiempo (Figura 2). Las colecciones de escritos también se desarrollaron, justamente, para responder a la necesidad de trascender el tiempo, así desde hace más de 2250 años ya existían las bibliotecas como las famosas de Pérgamo y de Alejandría; un libro, en aquellos tiempos, era un regalo para un rey o un sultán. “Los signos inertes de un alfabeto se vuelven significados llenos de vida en la mente. Leer y escribir alteran nuestra organización cerebral.” Siri Hustvedt (2).

Uno de los libros más antiguos, que aún se conservan, es “El Sutra de Diamante” creado en el año 868, impreso en papel; se sabe que en aquellas épocas los libros se elaboraban manualmente y con el advenimiento de la imprenta de tipos móviles en 1455, las publicaciones o reproducciones de libros se volvió exponencial.

Siglo y medio después se inició la publicación periódica de revistas científicas; la primera de ellas fue el Journal des scavans en Francia en 1600 que duró algunos años y en 1655 se inició la edición de Philosopphical Transacction of the Royal Society London que sigue apareciendo hasta la fecha actual. A las anteriores se han ido sumando un sinnúmero de revistas científicas que abarcan todas las áreas del saber humano tanto las médico-biológicas como las fisicomatemáticas además de las áreas de humanidades. Las más abundantes son, justamente las de las áreas médicas. Hace más de 200 años apareció el New England Journal of Medicine, actualmente considerada la mejor revista médica; hace más de 180 años inició el Virchow´s Archives of Pathology, la publicación mensual de los patólogos europeos y hace ya 60 años que se publica ininterrumpidamente Patología. Revista Latinoamericana.

Pero ¿por qué escribimos los médicos?

El Diccionario de Términos Médicos de la Real Academia Nacional de Medicina de España (3) define el término doctor de la siguiente manera:

“Doctor (a): (Lat. Doctor (em) [doc (ere) “enseñar”+ -torem” que hace] “profesor; la especialización como “profesor de medicina” “médico se produjo gradualmente desde la época mediev. a época renacentista; así en el s. XIV en esp. se decía doctor en medicina, pero ya en el s. XV hay ejemplos en los que doctor sin más significa “médico”)”

Mientras que el Diccionario de la Real Academia Española (4), a la letra dice:

“Doctor, ra. (del lat. mediev. doctor, oris; en lat. “profesor”, der. de docere “enseñar)”

Por lo anterior, los médicos somos profesores, docentes, doctores que estamos inscritos, en la tradición de transmitir nuestros conocimientos a nuestros alumnos, colegas, compañeros, enfermos, familiares y a la sociedad en general, lo que hacemos cotidianamente y a menudo trasmitimos ese conocimiento de manera escrita. Algunos escriben, además, por satisfacer la necesidad de trascendencia, necesidad también intrínsicamente humana, otros por ser parte de su carrera académica y de investigación, por apremios laborales, para crear y mantener un curriculum, pero sobre todo para intercambiar experiencias.

Los patólogos no escapamos a las consideraciones anteriores, es decir somos profesores y también somos dados a escribir por algunos de las razones previamente enunciadas. La tradición de escribir sobre patología en nuestros países latinoamericanos es de larga data. Uno de estos antecedentes se encuentra en la Revista Quincenal de Anatomía Patológica y Clínica Médica y Quirúrgica publicada por el Dr. Rafael Lavista (Figura 3) y en donde se asentaron numerosas contribuciones desde 1896 que duró algunos años; a esta le siguió el Boletín del Instituto Patológico (Figura 4) bajo la dirección del Dr. Manuel Toussaint, discípulo de Virchow, cuya publicación fue interrumpida por la Revolución Mexicana y después sucedió una época de gran vacío editorial de los patólogos.

En 1943, en Buenos Aires Argentina, se inició la publicación de la Revista Sudamericana de Morfología, impulsada durante diez años por los doctores Andrés Bianchi, M de Freitas Amorim y Ernesto Herzog; no he podido encontrar más información que la que aparece en internet (Figura 5) y al parecer solo existe una colección en una universidad de Arizona EE UU. En 1957 se publicó el primer número de la Revista Latinoamericana de Anatomía Patológica por acuerdo tomado en el Primer Congreso de Anatomía Patológica celebrado en la Ciudad de México en diciembre de 1955 pero dejó de publicarse algunos años después (Figura 6). En los años sesenta (1961-1970) se publicaba un Boletín de la Asociación Mexicana de Patólogos (Figura 5), que prácticamente se convirtió en una revista científica y que se transformó, gracias al esfuerzo del Dr. Luis Benítez Bribiesca, en Patología. (Figura 7). La historia de nuestra Revista está plasmada en los artículos que se reproducen en esta sección conmemorativa; es necesario recordar y agradecer la labor, a veces de carácter titánico, que llevaron a cabo los doctores Eduardo López Corella y Arturo Ángeles Ángeles, quienes editaron también esta Revista (Figuras 8 y 9). Finalmente, nuestra Revista, acorde con los tiempos, dejó de imprimirse (Figura 10) y actualmente solo se publica de manera electrónica y es abierta, es decir únicamente se edita un volumen al año, sin números, y es de acceso libre (Figura 11). Para los nostálgicos del papel, entre ellos yo, la conversión a plataformas electrónica ha sido un tanto difícil de aceptar. El papel ha demostrado ser de gran durabilidad en los últimos, al menos, 1 500 años y en estas épocas los dispositivos electrónicos no han perdurado más de algunos años (Figura 12); desde los discos flexibles a los discos compactos, de los USB a los discos externos y, ahora, a la “nube” y a lo que seguramente continuará; por eso guardamos una colección impresa de la Revista en las oficinas del Colegio y Asociación Mexicana de Patólogos donada en su mayor parte por el Dr. Eduardo López Corella y que después hemos ido expandiendo con los últimos números que, aún electrónicos, imprimimos un par de tomos para su conservación (Figura 13). Todos los artículos que se han publicado en nuestra Revista, desde el principio, están disponibles, digitalizados y pueden ser consultados en nuestra página: Patología Revista Latinoamericana. Figura 14

BIBLIOGRAFÍA

  1. Carlos Prieto. Cinco mil años de palabras. Fondo de Cultura Económica. México DF. 2005.
  2. Vallejo I. El Infinito en un junco. Penguin Random House. México. 2021.
  3. Diccionario de términos médicos / Real Academia Nacional de Medicina. Mesica Panamericana. Madrid. 2011.
  4. Diccionario de la Lengua Española. Madrid 2014.
  5. Sadí de Buen E. Editorial. Patología 1970; 8:1-7.
  6. Pérez Tamayo R: Patología y la cenicienta. Patología, 1984; 22: 1-6.
  7. López-Corella E. Con nuestros treinta años Pat Rev Latinoam, 1992; 30:1.
  8. Ángeles AA. Nueva época. Patol Rev Latinoam, 2000; 38: 5-6.
  9. López-Corela E. Patología nuestra Revista. Una memoria de cincuenta años, Pat Rev Latinoam, 2012; 50: 72-74.
  10. Argueta L. Patología Revista Latinoamericana cumple cincuenta años Pat Rev Latinoam 2012; 50: 7-8.
  11. Benítez-Bribiesca L. Remembranzas del origen de la Revista Patología. Pat Rev Latinoam 2012; 50: 59-62.
  12. Rodríguez-Velasco A. Patología Revista Latinoamericana cumple cincuenta años. Pat Rev Latinoam 2012; 50: 175.
  13. Valencia-Mayoral PF. Editorial. Pat Rev Latinoam 2012; 50: 1-8.
  14. López-Corella E. Breve despedida a nuestra imagen y previsión de la nueva. Patología 1987; 25: 233-4.

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