Juan Rosai es un fundador por naturaleza. Capaz  de detectar una pepita de oro en un basural y, a su vez y concomitantemente, darle el valor relativo a cada una de ellas.

En sus escritos sobre patología, claros y concisos, se reconocen sus caminos de ida y vuelta del pensamiento, como para no atascarse en la necesidad de una llegada final sin nuevos cuestionamientos para descifrar.

Es por ello y por muchas cosas más que intentaré en esta difícil reseña, dado el fervor que los argentinos y latinoamericanos vemos en él al “inventor” de la patología durante la vida (patología quirúrgica y clínica), observada bajo una lupa que no consolida resultados abstractos ni leyes parásitas, que prioriza en cada caso o entidad nosológica, al sentido del padecer momentáneo en función del tiempo.

Sabe así generar los apuntes del cuadernillo ilustrado del patólogo de hoy.

A mi entender desliza lo fugaz de las afirmaciones con tanta fuerza que nos permite, a sus eternos seguidores, sentir la seguridad de las observaciones morfológicas.

Se podría agregar que su sagacidad en la operatoria del enfoque es demoledora a la hora de los diagnósticos diferenciales.

Rosai dijo en una entrevista: “it is impossible to do intelligent surgery without a thorough understanding of the pathology of disease and it is equally impossible to make an intelligent interpretation of pathology without  a clear understanding of its clinical implication”. El síndrome de Rosai-Dorfman, linfadenopatía masiva con histiocitosis sinusoidal, constituye un ejemplo de las tantas entidades donde el autor se preocupa con las diferencias entre entidades de pronósticos disímiles, con hincapié en la morfología.

La patología quirúrgica es una disciplina distintiva y primariamente americana, con nombres del nivel de Rosai, Lascano, Dehner, Fechner, Luna, Ishak, Kissane, Koss, Rosas Uribe, Suster, E Hofman, López Corella, Lattes, Kyriakos, Drut, Bauer, Scully, Arias Stella y muchos otros más que interpretaron el sentido del objetivo causal e interpretativo.

Instituciones donde se integró inicialmente este con- cepto fueron Columbia, Memorial, Harvard, Washington University, Mayo Clinic, AFIP y varias latinoamericanas que inmediatamente supieron seguir el camino abierto. Cabe recordar la importancia del Hospital Privado de la Comunidad de Mar del Plata, caro en los sentimientos   de Rosai, que prosiguió con residencias memorables dirigidas por Paz y Sundblad, apellidos ilustres en nuestra patología.

Juan Rosai es renombrado internacionalmente como creador, experto y consultor de cuadros histopatológicos de notable repercusión clínica. Se graduó como médico en la Universidad de Medicina de  Buenos Aires a  los 21 años (agrego obviamente sin comparación, pero con cierto orgullo, haberme recibido unos años después en la misma Facultad de Ciencias Médicas de la UBA a los 19 años), completando sus residencias en Mar del Plata y en la Washington University School of Medicine y la Barnes Hospital, St. Louis, Missouri.

Es profesor de patología en la Cornell University Me- dical School en Nueva York y presidente del departamento de patología. Durante 1991 y 1999 fue James Ewing Alumni profesor y presidente de patología en el Memorial Sloan-Kettering Cancer Center y profesor de patología y Director de patología anatómica en la Yale University School of Medicine.

Fue editor en jefe del Third series atlas of tumor pathology and of the International Journal of Surgical Pathology, así como de numerosas revistas internacionales. Éstas son sólo citas para un maestro imprescindible de la patología de nuestro siglo. Es el autor del Ackerman’s surgical pathology, un clásico libro de patología, que inicialmente fue publicado por Lauren Vedder Ackerman, patólogo nacido en 1905. Este libro de patología quirúrgica calculo que no falta en ningún laboratorio de patología diagnóstica en el mundo entero.

Él es uno de los hijos escritos en papel por el autor y elegidos colaboradores con los cuales siempre trabajó para el mismo objetivo: la ayuda en el diagnóstico certero, para proveer una adecuada contribución en el tratamiento del padecimiento del ser humano.

Luego llegó su traslado a Italia, país donde nació. Así titulaban su llegada:

New York to Milano: a “one way” trip for the patholo- gist of pathologists. En dicha entrevista el profesor Juan Rosai, nuevo Director del Departamento de Patología del Cancer Institute of Milan, respondió al porqué Milán, su destino Italia: “I’ll try my best to satisfy your curiosity. I was born in August, 1940 in Poppi, a small town in the Casentino area”, tan simple respuesta como al incursionar ante una hematoxilina y eosina.

Creó en Italia el centro para una segunda opinion en patología, con especial insistencia en patología tumoral   o pseudotumoral.

Múltiples serían las citas que tal vez nos obliguen a una segunda parte en Historia y filosofía de la patología latinoamericana, para dedicarle a la obra de Juan Rosai.

Una idea trascendente para una receta extraordinaria, de Juan Rosai: 14-23 mayo de 2004.

Estimado colega:

Deberías considerar la posibilidad de unirte a nosotros en lo que puede ser la reunión de patología más original a la que hayas asistido. No se celebrará en un lugar único, sino a lo largo de una ruta sacra, el Camino de Santiago. La duración del encuentro es de 10 días, desde el viernes 14 de mayo al domingo 23 de mayo  de 2004.

Rosai es como un arquetipo de la fidelidad al quehacer biológico. Incursionar en su filosofía de vida no es nuestro objetivo. Sí lo es decir que sin él la historia y filosofía de la patología latinoamericana estaría demasiado incompleta.