Indizada en: Index Medicus Latinoamericano, LILACS.
Editada y publicada por Editores Latinoamericanos de Patología A.C.
INFORMACIÓN EXCLUSIVA PARA LOS PROFESIONALES DE LA SALUD
Patología, nuestra revista. Una memoria de cincuenta años
Pathology, our magazine. A memory of fifty years.
Patología
Patología 2022; 60: 1-2.
https://doi.org/10.24245/patrl.v60id.8585Eduardo López Corella
Editor emérito
Nuestra Revista cumple cincuenta años. Cincuenta volúmenes anuales ininterrumpidos. Este anhelo de nuestros predecesores, los fundadores de la Sociedad Latinoamericana de Patología que en 1955 decidieron crear una fisonomía para los patólogos latinoamericanos, y el grupo de patólogos mexicanos que fundó la Asociación Mexicana de Patólogos un año antes, resultó en un empeño que, milagrosamente, sobrevivió y llega a la mayoría de edad.
La actividad médica, en cualquiera de sus especialidades y campos de acción, tiene el acoso perentorio de resolver problemas, los problemas de sus pacientes. Es un paso conceptual muy difícil, una epifanía colectiva el que esa corporación, que empieza siendo de brujos, artesanos y sanadores, que se concretaba a resolver problemas de día a día, se convierta en una profesión que logre consolidar un corpus de teoría y de información, que asuma la conciencia y la responsabilidad de dejar una crónica de lo que hace y que sienta la necesidad de que esa crónica sea el vínculo que vertebre a esa corporación.
Este salto cuántico, el pasar del quehacer cotidiano a construir un marco teórico y formalizar una crónica de lo experimentado, implica una toma de conciencia a un nivel superior. Pero la historia médica está llena de estos intentos. ¡Tantas llamaradas de petate! Intentos que claudican y desaparecen, que se reducen a archivos históricos. Y es triste ver la desaparición de una revista. Todo el esfuerzo perdido de generar la idea y cristalizarla. Y también, el olvido en el que terminan los que apostaron en ella con sus contribuciones.
Nosotros hemos franqueado esta línea que separa a los aspirantes de los adultos. El llegar a la cincuentena nos da la patente para seguirle. Ya no vamos a desaparecer. Ya estamos en alta mar. Podemos ir a donde queramos. Y si volvemos la vista atrás, queda bien claro cómo llegamos hasta acá. Le debemos a Sadí de Buen con su minuciosa y tesonera relación de las actividades de la naciente Asociación Mexicana. A Leandro Potenza de haber tenido los arrestos de generar una crónica de lo que hacía una incipiente y dispersa Sociedad Latinoamericana. Y a la visión de Luís Benítez de juntar estos empeños en lo que ahora es PATOLOGÍA. REVISTA LATINOAMERICANA.
Los editores, que a lo largo de este medio siglo hemos tenido el privilegio de recoger esta estafeta y pasarla a nuestro sucesor, recordamos y evocamos con emoción esa experiencia entrañable, laboriosa pero enriquecedora.
Pero el mérito es mucho más amplio. Ha sido el apoyo tenaz de las directivas de la Asociación Mexicana y de la Sociedad Latinoamericana, de sus Secretarios Generales y de sus Presidentes, que invariablemente asignaron, de sus siempre exiguos fondos, lo necesario para sostener la Revista. Y, sobre todo, de la comunidad de patólogos latinoamericanos, que enfrentados a las presiones cotidianas del oficio de la anatomía patológica, se han dado modo de hacer un hueco en su actividad agobiante para comunicar sus experiencias y plantear sus propuestas. Sin ellos no hubiéramos llegado a nuestros cincuenta años.
A mí me tocó una etapa particularmente afortunada al frente de la Revista. La comunidad había crecido y nuestros siempre solidarios patrocinadores, la Asociación Mexicana de Patólogos, la Sociedad Latinoamericana de Patología y el Consejo Mexicano de Médicos Anatomopatólogos, estaban ahora en posibilidades de lograr que la Revista adquiriera un formato y una presentación más profesional. Y fue particularmente afortunado el que en un lapso a partir de 1993, fui Secretario General de la Sociedad Latinoamericana de Patología y al mismo tiempo Editor de PATOLOGÍA. Eso permitió integrar a la Revista como parte de la membresía tanto de la Asociación Mexicana como de la Sociedad Latinoamericana y le dio una garantía adicional de supervivencia.
Ahora, con cincuenta volúmenes en nuestro haber, podemos vislumbrar derroteros más precisos en nuestro futuro. La comunicación entre nosotros, entre todos los patólogos de este subcontinente, es mucho más fluida y accesible que antaño. Ya podemos seriamente proponer la existencia de una Revista de distribución electrónica, siempre en coexistencia con una edición en firme que asegure su persistencia. Recordemos que los glifos egipcios y las estelas mayas, y en menor grado lo escrito en pergamino y el papel desde el medioevo, persisten y sobreviven a archivos electrónicos y a efímeros idiomas extintos, como WordStar, WordPerfect y otros más.
Y debemos conservar colecciones completas de nuestra autobiografía, la Revista PATOLOGÍA y sus antecesores, en papel y encuadernadas, como la colección que resguarda la Asociación Mexicana de Patólogos en su sede. Pero la distribución de PATOLOGÍA en forma electrónica a toda la comunidad de patólogos de habla española y portuguesa nos dará una presencia y una difusión que no pueden ser igualadas por otra modalidad.
Pongámonos como meta lograr una Revista que llegue a todos los patólogos de nuestra comunidad, idealmente con una periodicidad mensual, que se convierta verdaderamente en una Revista de la comunidad. Que consigne y difunda nuestras experiencias, que nos informe del acontecer cotidiano de nuestro gremio, de nuestros eventos, logros y efemérides, de nuestra historia y nuestro futuro.
Ya cruzamos el río. Ya somos dueños de nuestro destino. Ya no vamos a desaparecer.
BIBLIOGRAFÍA
Eduardo López Corella
Editor emérito